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5 de septiembre de 2018

​Dieciocho es la cantidad de años que Norma lleva formando parte de la familia Telefónica. Se dicen fácil, casi una veintena, pero en ese periodo experimentó las etapas más emocionantes de su vida: conoció al que hoy en día es su esposo, se casó y se convirtió en madre.

En 1998, empezó a trabajar en nuestra compañía como analista outsourcing en la Vicepresidencia de Administración y Finanzas. Dos años después sucedió lo que describe como “Lo mejor que me pudo haber pasado en la vida”. Ingresó a la empresa como especialista en el área de Prueba de la Vicepresidencia de Tecnología, en la cual se mantuvo por 10 años, y luego fue ascendida a gerente de Comisiones en la Vicepresidencia de Finanzas y Control de Gestión, cargo que se desempeña desde entonces.

Su ADN solidario lo lleva desde que porta el carnet Telefónica. De las actividades en las que ha participado recuerda las visitas de payaso de hospital, los talleres a escuelas vulnerables, la recuperación de espacios para jardines, la Parranda Navideña y la entrega de regalos a los niños en enero. Su labor evolucionó y ahora afirma que «Participar en las Vacaciones Solidarias es la mejor experiencia que uno puede vivir como voluntario».
Siempre le había llamado la atención donar sus vacaciones en pro de ayudar a otros, sin embargo decidió esperar hasta que su hijo fuera un poco más grande, y finalmente el año pasado decidió que en 2018 se postularía. Mientras relata el momento en que se enteró de que había sido escogida se le quiebra la voz: “Cuando salí seleccionada fue lo máximo”, afirma con una sonrisa y brillo en sus ojos.

Al conocer la noticia de que iba a Brasil y que estaría acompañada por otro compañero de Telefónica Venezolana, Juan Forero, gerente de Operaciones y Certificaciones, entre el entusiasmo y la emoción la invadió un pensamiento: “Yo no hablo portugués”, dijo entre risas. No obstante, por iniciativa propia decidieron aprender algunas palabras a través de Duolingo, una herramienta digital para estudiar idiomas.
Llegó el día en que partirían de Maiquetía, y luego de casi dos jornadas de viaje con dos escalas de por medio en Panamá y Sao Paulo, llegaron a su destino final: Manaos.

En la ciudad amazónica los días comenzaban a las 5:00 a.m. para poder partir a la Escuela Municipal Lili Benchimol, a una hora de distancia, en donde instalarían el programa de Educación Digital ProFuturo. Ahí encontraron aproximadamente a 500 niños, que estudiaban de primer a sexto grado, de los cuales algunos presentaban discapacidades cognitivas o físicas.
La labor de los voluntarios se dividió en tres proyectos: la adecuación de un huerto, la realización de actividades de lectura e integración. Norma perteneció al grupo encargado de esta última.

Parecería un algo fácil, sin embargo al indagar en la situación se encontraron con un obstáculo: los niños solían excluir a los otros que mostraban algún signo de discapacidad. Para trabajar la integración, los voluntarios propusieron dividir las aulas en grupos, a los que enseñarían a hacer instrumentos musicales con materiales reciclados: flautas con pitillos, trompetas con conos y botellas de plástico, maracas con envases de agua pequeños, entre otros; las instrucciones para la elaboración estaban cargadas en las tablets de ProFuturo. El resultado fue positivo: los pequeños trabajando en equipo para poder llevar a cabo la actividad.
Por otro lado, debían ocuparse también de la integración de los profesores. A través de mesas de trabajo determinaron que hacía falta entrenamiento y materiales para trabajar con los niños especiales. Fundación Telefónica hizo una donación de los recursos y dos educadoras que contaban con la capacitación necesaria, se comprometieron a ser replicadoras de esas habilidades entre el resto de sus compañeros.

Al hablar de la convivencia, Norma utiliza una sola palabra: familia. En eso se convirtieron los demás voluntarios, los niños y el personal de la escuela con los que compartieron durante dos semanas en Brasil.

En su regreso a Caracas aún mantiene contacto con su familia de Manaos. A través de las redes sociales, los maestros les hacen llegar fotos y noticias de los pequeños y afirma que a pesar de la distancia, no se siente lejos de ellos.

Ya en casa, espera aplicar lo aprendido cuando ProFuturo llegue a nuestro país. “Fuimos pioneros al haber trabajado con las maletas, y vamos a poder trasladar esa experiencia a Venezuela”, finalizó.

Norma Gordillo: «Es la mejor experiencia que uno puede vivir como voluntario»
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